Si entendiera si quiera el por qué de mis lágrimas,
creo que las guardaría en frasquitos,
las etiquetaria y les pondría fecha
para no recordar el dolor que sentí
en aquel u otros momentos,
recordaría más,
sino los días en que fui
menos parecida a lo que soy.
Aquellas horas en que permití
dejar que lo otro me hiriera.
Creo que llorar es regar el alma de agonía
y abrazar esos cachitos de espejos rotos
que sabes que te van a seguir cortando
entre más fuerte los sujetes;
Soy del mes 12,
el más bonito,
apasionada e intensa,
me gusta la vida tanto como la muerte,
me gusta el dolor tanto como la alegría
y el sufrimiento un poquito más que la dicha,
porque aprendí a abrazar mi infancia,
mi desdicha y lo que simplemente y sin elección,
me tocó vivir como niña.
Y como en ese vestido verde
que recuerdo tanto amar verme,
veo también mi suerte,
y al tiempo en mi el tiempo;
me veo de lejos,
me saludo a los años,
desde un columpio, con miedo.
Estoy llorando de nuevo.
Pero, cuando abro los ojos y vuelvo,
22 años después me sostienen,
le agradezco al destino
por haber hecho sufrir a esa niña del pasado,
yo,
porque,
la abandono para encontrarme en unos años,
yo.
Porque tenía que abrazarla,
yo.
Y lloro yo, y estoy llorando.
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