¿Hablamos del tiempo?
Son las 3:00am en punto.
Y si hace 4 horas hubiera sabido que serían ahora 240 minutos de insomnio en los cuales te dedicaría unos 46 o 47 mismos, o sea 2769 segundos aproximadamente, hubiera bajado por una temazepam, y no porque me moleste que seas coprotagonista de mis pensamientos, no, sino por el hecho que no mereces mi insomnio.
Mi insomnio que no me interpreta, mi insomnio que no me aprueba o desaprueba, mi insomnio que no me juzga, mi insomnio que no me limita, mi insomnio que me ve ser en gustos, mi insomnio que sin cuestionarme, solo me acompaña cuando tecleo mis ensayos, cuando dibujo mis planos, cuando descargo libros y pdf's con virus y me puede seguir así, escuchando conmigo tres podcast seguidos, hablando sobre la caída del muro de Berlín o los refugiados de la guerra civil.
Y sé que no mereces mi insomnio porque no puedo hablar contigo de Nahui Ollin, ni de Chavelita, ni de Antonieta Rivas, ni de ninguna historia que te puede hablar sobre mí, porque no serías capaz de acompañarme a buscar el punto exacto en el que se mató Anita Brenner en el 74. Porque definitivamente no lo mereces.
Y sí, el tiempo es al tiempo inevitable y necesario al mismo tiempo para poder en mí inspirar estos textos que a destiempo, dentro de algunos meses nos contarán lo vivído.
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